martes, 21 de agosto de 2012

Claroscuros- Paulina Movsichoff

La noche estaba en sus comienzos cuando empezó el derrumbe. No hubo gritos, ni ayes, ni pedidos de ayuda. Por la ciudad reptaban súbitas salamandrras, se encendían frágiles tempestades, los mendigos bailaban cubiertos de breves tornasoles. Alguien me señalaba las madrigueras del amor. Pero no fui hacia ellas. Caminaba sonámbula por adoquines que la leche de las parturientas empapaba. Una sílaba agitó sus alas y se acomodó en el hueco de mi hombro. Apenas pude escuchar lo que decía. Creo que habló de ciertos hechiceros y de una mano viajando hacia el naufragio. Sin embargo yo buscaba el instante preciso en que el viento sacudiese las miradas antiguas, las mismas que me llevaron a los aposentos en donde supe el esplendor del pan. Los gallos cantaban sus tormentas y una hoja descansó en los primeros estremecimientos de la lluvia. Por el cielo volaban las panteras de siempre. Entonces me volví de costado y la pared me regaló la sombra del nahual.








El ave es el corazón del agua, la piedra luciérnaga para llamar al dios de las cinco flores. Callados oficiantes ayunaban comiendo panas ázimos, descaebzanan mudas codornices para ceñir la manta bermeja de su desnudez. Su cetrosostenido a la manera de corazón saludaba al dios en medio de la niebla. Por todos los rumbos se rompieron diques y el espíritu del viento trajo noticias de las siete piedras. Ellas sben de los espejos para abrir la hermosura, de las danzas que harán pañpitar e cielo. El faisán se cubrirá de nieves y esperará elmensaje de los vencidos. Sólo de esta manera podreos alcamzar la llave de todos los misterios, ha dicho. Los enviados se fueron por la puerta de la galaxia más entera y sacudieron la arena que se disipaba en sus rodillas. El descanso se impacientaba, sacudido por los dardos de las tirbulaciones. El sol se recostaba en la mitad de un aire.







































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