domingo, 22 de diciembre de 2013

Visiones del relámpago- Elizabeth Azcona Cranwell


Pierdo todos los días un nombre en mi jardín,
¿qué hay del llamado de los muertos?

La amazona del arco-iris y muerte se hundió de amor en el lago sombrío.
Cada noche sin luna, su caballo remonta una viudez de estrellas

Cántate:
Es mejor que rezarle a un roble enmascarado
A un vacío con hechura de cruz entre el cielo y la tierra.

¿Nadie nombra al amor cuando el saurio feroz de la inocencia
Vuelve a la orilla enloquecido de humildad y de sed?

No es tan fácil llorar.

Hay una luz irremediable dentro del sol y el vino.

sábado, 14 de diciembre de 2013

LA EDAD NECESARIA. María del Carmen Colombo

II
La locura de la palabra es el lenguaje
                que advierto en mi voz

Ella habla la fantasía del silencio
                cuando no estoy dormida
y se alimenta de la salida misteriosa
de mis manos por su vestido

Gesticula mi verdadera muerte
                   en esta soledad y te llama
para que no me dejes

III

La loca se hace mi cuerpo y echa las velas
                     púrpuras sobre el lazo de seda
Alguien duerme
cuando el otoño es una mejilla húmeda y el
           viento tu canción
La muerte siempre amanece en primer lugar

IV

En qué rueca la voz arma su tejido para que la
           expulsada sea una llama de leche
una novia con ojos de arena saliendo
                         de su llave

En qué mundo los dijes empiezan a sonar tocando
                melodías sobre el sueño de un músculo
En qué lugar la arcilla se transforma en espacio
donde el grito ha dejado su plumaje de cóndor

En qué jardín entierro los silencios, en qué
                 cielo levanto las palabras
Desde dónde te llamo.

V

Yo no digo que vengas

Digo que me lleves por un lado del corazón
adonde tu jardín murmura la bruma tabacal

Abril es hoy y toso en el viejo vestido amatorio
                               de las estaciones
como una hembra en desuso. Y caigo a veces de
                                este cuerpo
porque me pesa en sangre el hervor del deseo

Por eso dejo mi nombre me en esta carta
para que me rescates de los sueños perdidos.

XII

Donde el silencio llega como lengua de piedra
        caídas precipicios guardo
también la soga que ha colgado mi corazón
       en medio de la calle

Desnudo este pañuelo cubriendo mi ceguera
               así lo guardo
y a despecho del dolor el viento eriza
  la palabra perdida la palabra gastada
la palabra

FINAL DE CUENTAS de Simone de Beauvoir- Paulina Movsichoff

“Desde mi infancia hasta mi madurez, mi vida fue una aventura, de descubrimiento en descubrimiento”. Esta frase, de una de las primeras páginas de Final de cuentas nos da exactamente el tono que trasciende de la obra. El lector se embarca con la autora en la vida de ésta, contagiado por su mismo espíritu de aventura. Es por eso que la lectura nos resulta tan atrapante. La impresión que a lo largo de sus páginas nos vamos formando es la de una libertad, asumida con todos sus riesgos: “Me arranqué a la seguridad de la certidumbre por amor a la verdad y la verdad me recompensó”. También dice: “Nunca fui pasiva, le exigía a la vida”.
  La obra continúa la línea autobiográfica de Recuerdos, Memorias de una joven formal, La plenitud de la vida, y La fuerza de las cosas. Final de cuentas es un balance, un detenerse ya casi al final del camino no sólo para recordar los hechos más salientes del último tramo, sin para extraer su significado en el contexto total. 
  A pesar de que Beauvoir confiesa: “Ya no tengo la impresión de un ir hacia un fin; sólo la de deslizarme ineluctablemente hacia la tumba” no es la impresión de una vida acabada la que tenemos al leerla. Su interés por las cosas y su afán de comprender la realidad se conservan intactos. Y, a través de sus ojos, vamos encontrándonos con nuestro tiempo, tan lleno de complejidades, pero no por ello menos fascinante. Asistimos a sus relaciones con la política, la literatura, el arte. Viajamos con ella a lo largo de países y ciudades, nos despierta una viva atracción por sus amistades, comprobando su inagotable interés por las personas y su capacidad de comprensión. Participamos en sus luchas, en su posición en el feminismo, en su denuncia de todas las injusticias y opresiones.
  Vemos desde su interior episodios que nos conmovieron a través de diarios y noticiosos, como la rebelión estudiantil de mayo de 1968 en Francia, la guerra de Vietnam, la Guerra de los Seis Días. Podemos decir que a través de sus páginas asistimos a un fresco de los últimos años y, compartamos o no la opinión de la autora acerca de ellos, nos contagia su avidez de ver, de comprender, de saber.
  Un optimismo vital se desprende del libro, optimismo que está dado a través de la certeza de que la vida es buena a pesar de sus dolores y sus miserias, mientras se tenga una dirección y mientras sepamos encontrar, como ella, la oculta cara de novedad que tienen los sucesos cotidianos. Editorial Sudamericana publicó

Final de cuentas de Simone de Beauvoir.         

Comentario publicado el 23 de marzo de 1973, para
la audición BIBLIOTECA DE RADIO NACIONAL

viernes, 13 de diciembre de 2013

SUSANA THÉNON



4

hay un país   (pero no el mío)
donde la noche es solo por la tarde
(pero no el nuestro)
y así canta una estrella su tiempo libre

toda la muerte pensaré
ya que morir no es mío
y aún alumbro con sangre deslumbrada
(hay un país) el sueño de caída
(hay un país)
y yo conmigo (y siempre)
de amor inmóviles

12    edipo

el abrazo el abrazo en la tarde
qué inmortal he sido
y qué poco lastima el porvenir extranjero
esta piedra sin descanso   eras eterna todavía
eras lo últmo y primero y nada
y nada sino  sol tu mirada mi ceguera
sol para siempre ayer    y anochecimos
y el abrazo era el mar


edipo
20

otras vez a pesar de las nubes
ciegas (me quemaba) te amé di sangre
por tus flores      te llamé tierra
soplé coronas     hilo
de un tiempo en retroceso    morí
para nacer   te alzaban
mis hombros  sí temblor sueño carnívoro
fuiste la mañana   oí tus letras
suavemente en la habitación como pasos




De Distancias









Susana Thénon (Buenos Aires, Argentina, 1935-1991) fue poeta y fotógrafa. Su obra poética se compone de cinco libros de poesía editados: Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959), De lugares extraños (1967), distancias (1984) y Ova completa (1984). Mujer de perfil bajo, se la conoce bien poco ya que su producción poética coincidió con el momento en que Pizarnik acaparaba la atención en la literatura femenina de los años ’60. Mujer de fuerza musical, imprescindible, de voz íntegra, compleja, armada y desarmada. Fotografía a una de las poetas más importantes de la Argentina.

viernes, 25 de octubre de 2013

Comediante 4- Marina Tsvetáieva

Ya no te necesito,
y no es porque no contestaras
a vuelta de correo, cariño.

Ni por saber que esta líneas,
escritas con tristeza,
las leerás entre risas.

(Escritas por mí a solas -
¡y sólo para ti! - ¡Por vez primera!
con alguien las descifrarás).

Ni porque rozarán
los rizos tu mejilla - ¡Soy maestra
en leer acompañada!

Ni tampoco porque a un tiempo
suspiraréis inclinados
sobre las mayúsculas desvaídas.

Ni porque caerán a la par
vuestros párpados - es difícil
mi letra - ¡y en verso, además!

¡No, amiguito! - Es más fácil,
es peor que un enfado.

Ya no te necesito
porque...porque - ¡Ya no te necesito nunca más!

Versión de Severo Sarduy

sábado, 9 de febrero de 2013

Una historia de amor- Paulina Movsichoff


Felisa Zavala Rodríguez supo que su vida acababa de dar un giro de ciento ochenta grados cuando su amiga Charo Barbosa le susurró al oído: “Ése es el diputadito del que te hablé esta mañana.” Ella y dos amigas más habían alquilado el coche que las llevaría al corso ese viernes de carnaval y ya iban por la segunda o tercera vuelta cuando divisó la silueta del diputado en una de las esquinas de la plaza. Apenas lo miró, se quedó encandilada por aquella figura de arcángel que fijó en ella sus ojos de un azul remansado detrás de los gruesos anteojos. Felisa decidió que no iba a dejar pasar la oportunidad que la vida le ponía por delante. En efecto, el grupo de amigas que formaban con Charo Barbosa y Alicia Arancibia le había hablado de aquel socialista cuyo nombre sólo Charo, que lo leyó en el diario de la tarde, se lo pudo descifrar completo: Bernardo Movsichoff. A Felisa, que por esa época devoraba una novela de Dostoyevski robada de las estanterías de libros que abarrotaban el cuarto de su hermano Lalo, el nombre le recordó a aquellos personajes que le dejaban el alma en suspenso y a esas tierras lejanas y exóticas que apenas podía contornear en el territorio febril de su imaginación. Para la segunda vuelta ya sus amigas la habían puesto al tanto de que el galán en cuestión era un Diputado Nacional por el socialismo y que la tarde anterior pronunció en aquella misma plaza un encendido discurso que las campanas de la iglesia se empeñaron en vano en cubrir con sus arrebatados repiques. Cuando el coche pasó delante de él, la retreta tocaba La Cucaracha y Felisa, ni lerda ni perezosa, le tiró un puñado de serpentinas que cayeron sobre la silueta del diputado como una caricia ondulatoria, mientras al son de la música le decía:
                             
Al diputado, al diputado,
tonto lo van a llamar.
Porque no tira, porque no tiene
serpentina en carnaval.
                 
  Cuando en la próxima vuelta ella volvió a pasar a su lado, Bernardo le arrojó a su vez un puñado de serpentinas. Pero Felisa, envalentonada por el éxito de su desafío, volvió a arremeter con La Cucaracha:
                          
Al diputado, al diputado,
lerdo lo van a llamar.
Porque no piensa, porque no sabe
que se moja en carnaval.

  La proxima vez Bernardo vació sobre las niñas que pasaron a su lado un pomo de olor que las dejó empapadas y fragantes, pero Felisa volvió a cantar:

Al diputado, al diputado,
preso lo van a llevar.
Porque no piensa, porque no sabe
que no se puede chayar.

Bernardo pidió entonces a Efraín Bragagnolo, que además de correligionario lo acompañaba en aquellas lides carnavalescas, que preguntara a la niña si concurriría al baile de esa noche. Felisa le mandó a decir que no, porque tenía siempre presente aquella sentencia con que su madre la pertrechaba antes de cada salida, de que una niña que se precie no debe tener el sí fácil.
    Sin embargo esa noche, cuando Bernardo la divisó entre las colombinas, pierrots  y madames pompadour acompañada por una señora muy digna que imaginó era su madre, sintió que el corazón se le desacompasaba como sólo le había sucedido a los diecisiete años, cuando conoció las dulzura Y s y los tormentos del primer amor.
  El noviazgo quedó constituido muy poco después y el resto lo dejo librado a la imaginación de los oyentes.